·Hasta el 18 febrero, se muestran 29 pinturas realizadas en su mayoría recientemente y que reflejan un trabajo realizado en plena madurez y experimentada creatividad por este artista universal
·La exposición gira en torno a la tierra y el mar, como escenarios por el que navegan los sueños
INAUGURACION DE LA EXPOSICIÓN “TIERRA Y SIGNOS DE MAR”, DE JOSEP GUINOVART, EN EL MUSEO CAMON AZNAR-IBERCAJA A la inaguración han asistido, entre otros, Josep Guinovart; el director general de Ibercaja, José Luis Aguirre; el jefe la Obra social, Román Alcalá; el comisario de la muestra, Ricardo García Prats; la directora del Museo Camón Aznar-Ibercaja, Mª Carmen
(ZARAGOZA, 18 de enero de 2007).- Hasta el 18 febrero, el Museo Camón Aznar- Ibercaja acoge la exposición “Tierra y signos de mar”, de Josep Guinovart, en la que se muestran 29 obras que ofrecen una visión renovada y personal de este artista reconocido a nivel internacional.
Josep Guinovart tiene una larga trayectoria profesional que comenzó en los años cuarenta. En “Tierra y signos de mar”, el público podrá contemplar 29 pinturas recientes escogidas algunas y pensadas otras para esta exposición que son el fruto reciente del trabajo realizado en plena madurez y extensa y experimentada creatividad del artista catalán que el próximo día 20 de marzo, cumplirá ochenta años.
La exposición ha sido presentada esta mañana por el propio pintor, el comisario de la muestra, Ricardo García Prats, y el responsable de acción cultural de Ibercaja, José Luis Lasala. Tras su exhibición en Zaragoza, se mostrará en el Centro Cultural Ibercaja Huesca-Villahermosa (6 de marzo-4 de abril) y en la Casa de la Entrevista, en Alcalá de Henares, del 26 de abril al 27 de mayo.
Guinovart no hace exposiciones de trámite. Ha madurado durante un tiempo el contenido y ha retomado algunas de sus obras ya expuestas anteriormente –alguna data de 1991– y otras las ha pintado recientemente; de hecho, alguna de ellas la terminó en noviembre de 2006. El hilo argumental gira en torno a la tierra y el mar. Como escenarios por el que navegan los sueños.
Este artista avanza en espiral y reflexiona sobre la profundidad de las cosas sencillas; la vida en sus vertientes lírica y trágica, la lucha contra la injusticia, indaga sobre el lugar de donde venimos y se pregunta sobre el lugar adonde vamos, sobre la tierra y sobre el mar, que en el fondo es lo mismo: el lugar donde desarrolla la vida.
“Mi primer recuerdo del azul es el del azulete, de cuando yo tenía aproximadamente cinco años. El taller de pintor de paredes del abuelo, padres y tíos, era también el espacio de mis juegos. Los colores, las tierras, las escaleras y los tablones eran cómplices de todas mis sensaciones y allí apareció el fuego del azul ultramar, del azulete”.
Este pequeño fragmento de la evocación del azul que escribe el propio Guinovart define una parte importante de la esencia que encierra “Tierra y signos de mar”. Para Guinovart, esta exposición no es “un espacio nostálgico sino, más bien, de un camino que en cada momento se hace presente persiguiendo el azul que aún no he encontrado y que, afortunadamente, jamás encontraré. Este recorrido por el camino de la memoria con sus vivencias es, ni más ni menos, lo que alimenta esta exposición. La tierra es el atajo de la vida. Tierra y mar, al fin y al cabo, es el mismo espacio”.
GUINOVART Y EL VIAJE A ÍTACA
Guinovart, como Ulises, está comprometido en el viaje a Ítaca, tras la batalla de Troya, una odisea y un viaje lleno de apacibles noches donde la luna pesca doradas y lubinas salvajes, un viaje de sueños atormentados por reencontrar a Penélope que hace y deshace la tela del tiempo, un viaje de atroces tormentas donde se agitan y mezclan los azules marinos y los blancos rotos de las gigantescas olas, un viaje de esperanza cuando el azul se torna turquesa, un viaje con eclipses de luna, un viaje con naufragios y supervivencias, y con faros de los ahorcados que cayeron en el largo viaje. Pero como dice Ricardo García, a pesar de los peligros, siempre está el azul, azulete de la infancia, de las escaleras y tablones del oficio de pintores decorativos de sus ancestros.
El pintor experimentó en Agramunt (el pueblo de su familia materna) la vida rural en tiempos de la guerra civil española. De ahí está su valoración de la tierra, de la fertilidad, del misterio de los ciclos vitales. De estas vivencias quedan en sus obras las gamas de color tierra, los sienas, las texturas de tierras húmedas o resecas, los búhos, los objetos reales de las labores del campo. Para Ricardo García, “son tan característicos los colores del artista que muchos hablan del azul Guinovart y del tierra Guinovart”.
Josep Guinovart inició la transición del realismo, entendido como figuración, a una pintura abstracta hacia 1958, abstracción que seguirá siendo realista. El artista realizó una obra de pequeño tamaño en 1948, titulada “Blat” es decir trigo, en la que sustituyó las espigas pintadas por granos de trigo reales formando las espigas; otras zonas del cuadro eran pintadas. Ahí radica una de las claves de su pintura posterior. Una pintura con texturas, objetos y color que transfieren impresiones realistas en composiciones abstractas, de unos collages o unos assemblages siempre sorprendentes, y siempre preocupado por la intención de sorprender. Igualmente, como se puede observar en alguna obra de la muestra, emplea el grafiti, por la necesidad de gritar, de comunicar mucho y, creo que, también, por emplear el lenguaje trasgresor de muchos jóvenes en la actualidad.
Este creador es un artista reflexivo, observador, atento a las opiniones de los demás, ya que su arte y su vida discurren juntos, sus reflexiones o las de los demás pueden aparecer en alguna de sus obras. Como en la obra “Soy salvaje, luego existo”, fruto de una de sus conversaciones con Ricardo García que la recuerda: “paradojas de la vida, a las lubinas que viven en libertad en los restaurantes las llaman “salvajes” . “Pobre dorada del mar, llamarla salvaje”, contestó Guinovart. Pues bien, una pintura que se presenta en esta muestra, un díptico de unos azules sorprendentes, se llama “Soy salvaje, luego existo”, escrito como un grafiti de rebeldía.
El mito del viejo Ulises, del Ulises de Dante, es pertinente, porque el artista se ha embarcado en una nueva aventura cuando otros se retiran. Y la posibilidad, tan realista, del naufragio y de la muerte queda reflejada en estos trabajos sin dramatismo. El barco, vuelto del revés, enterrado en el mar, tiene cierta relación con la semilla enterrada en la tierra. Y el ciclo mediterráneo y azul queda vinculado, sin duda, con el ciclo agrícola de Agramunt.
Por otro lado, en la exposición se aprecia como el papel protagonista del Sol, que había sido clave en la iconografía de Guinovart, se lo ha robado la Luna. Una de las imágenes más fuertes entre las creadas por este artista es la “luna pescadora”. En algunas obras, el pez se recorta en la tela, dejándose pescar, acudiendo a la Luna de vuelta, como si se tratase de un hijo. La Luna tiene, ella misma, la forma de un anzuelo. Según Ratia, “el modo como se resuelve la relación entre dos símbolos es teatral. La argumentación se convierte en fábula, y el cuadro en escenario. El espectador queda atrapado entonces por la magia, y devuelto al mundo real por el humor. Esta relación privilegiada entre la Luna y el mar Mediterráneo es un argumento poético que se encuentra en la obra del poeta, Jules Laforgue.
JOSEP GUINOVART
Pintor, dibujante y grabador reconocido internacionalmente, Josep Guinovart es una de las voces más personales del panorama español. Ligado en un primer momento a los grupos informalistas de los años cincuenta , durante los primeros años de su actividad realizó pinturas murales, decoraciones teatrales, carteles e ilustraciones. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de la Llotja, una beca del Instituto Francés le permite en 1952 viajar a París, donde conoce obra original de Matisse y Cézanne, entre otras, y movimientos como el cubismo.
A partir de una primera etapa figurativa, la obra de Guinovart evolucionó con una temática de carácter social y con tendencia al muralismo. Las corrientes abstractas y el informalismo abren nuevas perspectivas en la estética de su pintura. En 1957, utilizando otros recursos como la incorporación de objetos y la manipulación libre de la materia, Guinovart inició una serie de experiencias próximas al collage, a base de bidones, maderas quemadas, elementos de deshecho, cajas, revestimientos, etc. Entre su expresión plástica y su entorno vital, constituido por la naturaleza, el campo y la tierra, se generó un vivo diálogo, manifestado a través de símbolos que forman parte de una poética subjetiva.
Entres los numerosos premios que Guinovart ha recibido destacan en 1982 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 1990 se expuso una retrospectiva de su obra en el Centre Cultural Tecla Sala de L´Hospitalet de Llobregat, por la que recibió el Premi Nacional d´Arts Plàstiques concedido por el Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya ese mismo año. En julio de 1994 se inauguró el Espai Guinovart en Agramunt (Lleida), un museo dedicado al artista.
Guinovart posee una producción artística muy variada: pinturas murales, decorados y escenografías teatrales, como la realizada para Bodas de sangre de Federico García Lorca, ilustraciones de libros, diseño de carteles, tapices y esculturas.
La obra de Guinovart siempre se ha mantenido a medio camino entre la pintura y la escultura por la incorporación de todo tipo de elementos tridimensionales. Otra constante a lo largo de los años es la presencia de temas políticos, como en el Retablo de Jerusalem (2001), y de imágenes que evocan los lugares que ha visitado o en los que ha residido.
La exposición itinerante viajará del 6 de marzo al 14 de abril al Centro Cultural Ibercaja Huesca y del 26 de abril al 27 de mayo permanecerá en la Casa de la Entrevista, en Alcalá de Henares.
EXPOSICIÓN: “TIERRA Y SIGNOS DE MAR”
LUGAR: Museo Camón Aznar de Ibercaja.
C/ Espoz y Mina, 23. Zaragoza
FECHA: Del 18 den enero al 18 de febrero de 2007
ORGANIZACIÓN: Obra Social y Cultural de Ibercaja
HORARIO: De martes a viernes de 9 a 14,15 y de 18 a 21 horas. Sábados, de 10 a 14 y de 18 a 21. Domingos y festivos de 11 a 14 horas. Lunes, cerrado.