ZARAGOZA.- Fundación Ibercaja emitió ayer el encuentro digital “La recuperación del empleo post-Covid y la inclusión social”, en el que participaron Marina Ladrero Pablo, directora de RRHH de Fundación DFA; Francisco Yagüe Ágreda, gerente de la Fundación por la Inclusión Social de Cáritas Diocesana de Zaragoza, y Mª Jesús Ruiz Antorán, directora de Fundación Adunare. El debate fue moderado por Eva Pérez Sorribes, periodista y directora de contenidos de Radio Zaragoza. La videoconferencia puede verse en el canal YouTube de Fundación Ibercaja en el siguiente enlace: (462) La recuperación del empleo post-covid y la inclusión social - YouTube.
Los tres ponentes confirmaron que la Covid-19 ha incrementado la pobreza y la desigualdad. Las ayudas directas de Cáritas Diocesana de Zaragoza para necesidades básicas han aumentado en un treinta y ocho por ciento con la pandemia. En el último año, Cáritas ha destinado dos millones de euros en Zaragoza a necesidades básicas, según Fran Yagüe.
Marina Ladrero afirmó que la Agencia de colocación DFA-Ibercaja ha gestionado este último año un treinta por ciento menos de los contratos de trabajo que el año anterior. Tras siete años de crecimiento, se rompió.
Mª Jesús Ruiz dijo que “el paraguas de protección de los ERTE no llegó para todos. Había muchas personas que todavía se estaban recuperando de la crisis anterior y de repente les ha venido encima otra crisis”. Añadió que “en Aragón, además, hemos sufrido una ola más de crisis sanitaria que otras comunidades autónomas y eso ha perjudicado también al empleo. No sabemos hasta dónde van a llegar los niveles de exclusión, y estamos en una situación que genera desesperanza y desánimo, el desánimo de no tener a dónde ir”.
Para Francisco Yagüe, “otra clave es que la Covid-19 ha acelerado todos los procesos de digitalización, inteligencia artificial, etc. Y la digitalización destruye empleo a corto plazo. Digitalización es en muchos casos igual a pobreza y a desigualdad”. Según Yagüe, “nos encontramos en una etapa de transición de un modelo económico a otro y en el proceso se quedan excluidos del mercado laboral grandes sectores de la población”.
Los tres ponentes han reconocido que, aunque las entidades sociales están haciendo un esfuerzo en la formación en nuevas tecnologías; sin embargo, no ven en ello una solución al desempleo y a la inclusión social porque el problema no es solo el analfabetismo digital, sino, en muchos casos, el idioma o los medios.
El desempleo afecta sobre todo a mayores de 45 años cuya reinserción en el mundo laboral es más difícil, pero también a los jóvenes. Muchos de los mayores de 45 años son una generación atrapada entre dos crisis
Francisco Yagüe afirmó que “la Covid ha acelerado la precariedad. Estamos en un cambio de modelo de producción que va a configurar el nuevo modelo laboral, y en esta transición habrá personas que se van a quedar excluidas del mercado laboral”. “Habrá que buscar alternativas al trabajo como elemento de inclusión social”, dijo, y añadió que “el salario mínimo vital ha quedado corto, y habría que pensar en una renta básica”.
Para Marina Ladrero, “los planes de empleo favorecen la inclusión social porque ponen a la persona en el rol de trabajador y no en el de perceptor”. Ladrero opina que “todo el mundo tiene que plantearse cómo se hacen las cosas porque la brecha social va a ser enorme”. Recordó que “los jóvenes, además, no tienen la oportunidad de hacer prácticas en las empresas, que son la puerta de entrada al empleo”. María Jesús Ruiz se refirió también a “personas que trabajan, pero con salarios mínimos, y aunque no están en situación de exclusión, sí de pobreza”. “También es necesaria una reforma que consiga que ningún trabajador sea pobre”, dijo.
