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LA MIRADA CRÍTICA DE FRANCISCO DE GOYA, EN ALGECIRAS

- Del 23 de marzo al 20 de abril, exposición en la sede de la Cámara de Comercio del Campo de Gibraltar

- La muestra, organizada por Ibercaja, presenta el primer Autorretrato al óleo que se conoce de Goya y una selección de grabados

- Se exhibe la serie completa de litografías “Los toros de Burdeos”, un raro conjunto que solo los grandes museos poseen

(ALGECIRAS, 23 MARZO.)- La guerra, la crueldad, la ignorancia, la pobreza, la realidad de una sociedad vista desde la mirada crítica e inteligente de Francisco de Goya, son los motivos principales de la exposición que Ibercaja inaugura hoy en la sede de la Cámara de Comercio del Campo de Gibraltar, en Algeciras.

La muestra “La mirada de Goya” está presidida por el primer Autorretrato que se conoce del artista aragonés, realizado hacia 1770-1775. El magnífico óleo va acompañado de la serie completa de litografías “Los toros de Burdeos”, que fueron realizados por Francisco de Goya a los 79 años, en 1825. En el año 2000 Ibercaja adquirió y restauró este raro conjunto de cuatro litografías del que sólo se tiraron cien ejemplares y que sólo los grandes museos y algunos coleccionistas conservan completo.

Además se exponen otros 28 grabados: nueve Caprichos, dos Tauromaquias, once Desastres de la guerra y seis Disparates.

Ibercaja ha organizado la exposición “La Mirada de Goya” en Algeciras con motivo de la apertura de su primera oficina en esta ciudad andaluza. La muestra, que se prolongará hasta el 20 de abril, ha sido posible gracias a la colaboración de la Cámara de Comercio del Campo de Gibraltar.

Todas las piezas que se exhiben en la exposición son parte de la colección goyesca de Ibercaja que se compone de nueve óleos del artista aragonés, las cuatro series completas de grabados: Los Caprichos, Los Disparates, La Tauromaquia y los Desastres de la Guerra y la serie de grabados, Los Toros de Burdeos. El Comisario de la muestra es Gonzalo de Diego.

El catálogo de la muestra constituye un práctico libro de consulta sobre algunos aspectos de la figura de Goya. El profesor de la Universidad de Zaragoza, Arturo Ansón Navarro, realiza un excelente análisis del significado de las cuatro series de estampas y de la mirada de Goya sobre los defectos, las miserias y las tragedias de su tiempo, trasladables a cualquier sociedad y a cualquier época.

Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos 1828) ha pasado a la historia como uno de los primeros artistas que puso en tela de juicio su mundo y todo cuanto le rodeaba. En algunos de sus lienzos y en la mayor parte de sus grabados los protagonistas son la crítica, la denuncia y la sátira.


AUTORRETRATO DE GOYA

Francisco de Goya se autorretrató veinticinco veces a lo largo de su vida. Lo hizo de tres formas diferentes: pintando cuadros de si mismo, formando parte de la escena o reflejando su mirada en las figuras de otras personas y por último, introduciendo en el cuadro utensilios y símbolos de su oficio de pintor.

Entre los numerosos autorretratos de Goya, el de esta exposición es el más antiguo que se conoce. Los expertos coinciden en destacar que este autorretrato es una de las primeras obras maestras de la juventud del pintor y la primera en anticipar la capacidad técnica y la poderosas intensidad de su estilo maduro.

Según lo describe Julián Gállego en su libro “Autorretratos de Goya”, editado por Ibercaja, el cuadro presenta a un Goya joven: “la cara es carnosa y fuerte, con frente alta y poderosa, nariz bien dibujada aunque prominente, labios gruesos con una mueca de decisión subrayada por la barbilla, redonda y voluntariosa”.

El cuadro fue ejecutado por el artista antes o tras su regreso de Italia y, en todo caso, antes de su partida definitiva a Madrid, en 1775. El historiador de Arte, José Gudiol propone la idea de que Francisco de Goya se retratase con motivo de su matrimonio, en 1773, con Josefa Bayeu, hermana del pintor Francisco Bayeu.

Goya tiene menos de treinta años cuando se retrata y se encuentra en un momento decisivo en su carrera de pintor. Hasta entonces había sufrido dos fracasos en los concursos para la Academia de San Fernando de Madrid y ya había realizado el fresco de la Adoración del Nombre de Dios por los ángeles (en la basílica del Pilar de Zaragoza) y otras pinturas religiosas como la de la cartuja de Aula Dei.

El cuadro está pintado al óleo sobre lienzo y tiene unas medidas de 58 por 44 centímetros. Representa la cabeza y el busto del joven pintor, de frente, ligeramente hacia la derecha, destacando el rostro en tonos claros, sobre la oscuridad del pelo, de la casaca y del fondo, abocetados.

El fondo oscuro y opaco, la intensidad de las sombras de los ojos y la mirada fija son convenciones pictóricas comunes en el retrato español del Siglo de Oro y en los retratos napolitanos del S. XVII, revelando el profundo conocimiento que tenía Goya del retrato, incluso en los periodos más tempranos de su carrera.

La profundidad emocional, y la captación de su poderosa personalidad que refleja el autorretrato, son innovaciones personales de Goya que expresan ya la libertad y originalidad que el artista podía manifestar en los trabajos que no eran de encargo.

Existen varias réplicas de este cuadro, que se realizaron durante el siglo XIX. Una de ellas se encuentra en el City Art Museum de San Luis, en Estados Unidos; también el Museo de Bellas Artes de Zaragoza cuenta con una estimable copia moderna.


LOS TOROS DE BURDEOS

El público de Algeciras tiene el privilegio de contemplar la serie completa de grabados de los "Toros de Burdeos", realizada por Francisco de Goya en 1825. Ibercaja adquirió y restauró en el año 2000 este raro conjunto de cuatro litografías del que sólo se tiraron cien ejemplares y que sólo los grandes museos y algunos coleccionistas conservan completo.

El lote está formado por cuatro estampas: "El famoso Americano, Mariano Ceballos", "Bravo toro", "Dibersión de España" y "División de plaza o plaza partida". Las piezas tienen unas medidas de 31 por 42 centímetros, aproximadamente.

Según el historiador de arte Mayer, "Los Toros de Burdeos son las mejores litografías que se han producido antes y después de Goya". Francisco de Goya realizó esta serie de litografías a los 79 años de edad, durante su exilio en Burdeos. El pintor de Fuendetodos, con sus facultades físicas muy mermadas, utilizaba una lupa para suplir su defecto de visión.

Estas litografías están consideradas como la cumbre de la representación de las fases de la corrida –toreo de capote, tercio de varas, banderillas y suerte de matar- Goya las ejecuta técnicamente con una perfección inigualable.

El tratamiento que Goya realiza del tema de los toros es muy diferente al de "La Tauromaquia". En “Los Toros de Burdeos” el artista presenta la corrida como un espectáculo circense en el que tiene gran protagonismo la multitud que rodea a toros y toreros.

Los "Toros de Burdeos" suponen una novedad respecto a los grabados más conocido del pintor aragonés, ya que están realizados en la técnica de la litografía, que comenzó a utilizarse en Europa a principios del siglo XIX.


LOS CAPRICHOS, CRÍTICA SOCIAL

Los Caprichos, en palabras de E. Lafuente Ferrari, son “la visión conflictiva del hombre y de la sociedad española en un momento de crisis histórica.” Francisco de Goya terminó esta serie, que supuso su consagración como grabador, en 1799.

Los Caprichos aparecieron en un momento crucial de la Historia de España, cuando se estaba iniciando la crisis del Antiguo Régimen. Carlos IV y María Luisa de Parma eran reyes de España y Manuel Godoy su hombre de confianza.

Durante esos años algunos amigos de Goya, como Gaspar Melchor de Jovellanos o Francisco de Saavedra fueron ministros y desde sus cargos intentaron modernizar el país con un espíritu ilustrado y progresista. El pintor aragonés, como partícipe de esa cultura ilustrada, compartía los deseos de progreso para España.

Esta actitud le llevó a plasmar en imágenes su visión crítica de la realidad española, imágenes fácilmente generalizables a otros contextos, por ser muchos de ellos defectos universales. Entre 1797 y 1798 preparó los dibujos de las escenas que a continuación plasmó, con variaciones, en las planchas de “Los Caprichos”

Junto a su carácter social, las planchas de esta serie sirvieron para mostrar la capacidad creativa del artista de Fuendetodos, su imaginación y su dominio del aguafuerte y el aguatinta.

En las estampas Goya mezcló lo ilustrado y lo popular para hacer una sátira de los vicios y defectos de la sociedad de su tiempo y de la supersticiones; ni siquiera la Inquisición, con los peligros que ello conllevaba, se libró de la crítica. No faltan en esta serie la brujas, frailes, pobres, prostitutas, “asnos”, personajes de los que se servía para simbolizar la ignorancia y la superchería que quería desterrar de España.

LOS DESASTRES, LA CRUELDAD DEL SER HUMANO

Entre 1810 y 1814, Francisco de Goya prepara Los desastres de la Guerra, la que sería su serie de grabados más dramática, aunque por razones políticas no fueron editados hasta 1863. Son ochenta y dos estampas ejecutadas con técnicas distintas combinadas.

Según Arturo Ansón “en un principio Goya quiso plasmar la destrucción, violencia y horrores que él mismo contempló en Zaragoza tras el primer Sitio y durante el viaje desde Madrid a la capital aragonesa…pero luego tuvo la necesidad sin duda, de continuar plasmando los horrores de esa guerra trascendiendo el propio conflicto en el que estaba inmerso nuestro país".

Los Desastres son un alegato contra la guerra en general y contra la violencia que genera. En esta serie, el artista hace una reflexión cruda y descarnada sobre el hombre inmerso en una situación bélica que trae consigo crueldad, violaciones, muerte, hambre y miseria.

Las dos primeras partes de los desastres narran la guerra y sus consecuencias. En la tercera parte, a partir del número 66, “Goya arremete contra el poder absolutista restaurado en España por Fernando VII, contra la vuelta al Antiguo Régimen, contra la Iglesia, aliada del poder absoluto, contra la Inquisición y contra el sometimiento del pueblo español a esos poderes.”

LA TAUROMAQUIA, HISTORIA DEL TOREO

La tercera gran serie de grabados de Francisco de Goya fue La Tauromaquia, compuesta de treinta y tres grabados y puesta a la venta en 1816. Es una magnífica visión de la fiesta de toros, las distintas “suertes” del toreo junto a momentos de triunfos, accidentes y desgracias de los diestros, aparecen reflejadas en las estampas.

En este trabajo el artista aragonés quiso hacer una historia del torero en España, cronológicamente, desde la Edad Media hasta llegar a los toreros más famosos de su tiempo, como el aragonés Antonio Ebassun Martinchu, el sevillano José Delgado Pepe Hillo o su admirado Pedro Romero.

Destaca la calidad técnica, el intenso dramatismo de las faenas, toros nerviosos y captación del movimiento, pero “la gente – afirma el profesor Ansón- no apreció la calidad y el valor artístico de La Tauromaquia y prefirió otras imágenes taurinas más convencionales”.


LOS DISPARATES, EL SUEÑO DE LA RAZÓN

Comenzó a preparar esta serie en 1816, pero debió dejarla sin concluir cuando marchó a Francia en 1824, tras abandonar voluntariamente España ante la vuelta al absolutismo; por ello las estampas no fueron editadas en vida del artista. De las 22 planchas que componen la serie, dieciocho fueron editadas en 1864 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y las cuatro restantes se publicaron en París en 1877.

“Se trata de unos grabados muy cuidados en su realización y técnicamente insuperables”, afirma Arturo Ansón. Por otra parte, son unos grabados difíciles de interpretar por sus enigmáticas imágenes y porque carecen de una unidad lógica narrativa.

La mayoría de los asuntos plasmados en Los Disparates ya habían sido tratados por Goya en Los Caprichos, pero ahora lo hace en un sentido más irracional y grotesco. Muestran a un Goya en su vejez, pesimista, desesperanzado ante la situación de España, que juega con personajes ridículos, esperpénticos e irreales, para mostrar las pasiones más bajas y las debilidades del ser humano .

La exposición que Ibercaja ha organizado quiere recoger a través de una selección de grabados del artista y de su propio Autorretrato, la mirada de Goya ante la época en la que le tocó vivir. Sin embargo, concluye Arturo Ansón en su estudio, “muchos de los defectos y de los problemas que Goya reflejó con sentido crítico en sus grabados siguen hoy sin corregirse ni resolverse, los grandes problemas existenciales y sociales.”


GOYA GRABADOR

Goya, junto con Durero y Rembrandt, son las grandes figuras de la historia del grabado. Con la aparición de Goya, en cierto modo cambia el concepto del grabado, no ya en la técnica, sino en la manera de solucionar las formas y en las imágenes que estampa.

La dimensión como grabador de Francisco de Goya, aunque no tan conocida, resulta equiparable a la que alcanzó como pintor. De la amplia y variada producción gráfica del artista aragonés, las series más relevantes son Los Caprichos, Los Desastres de la guerra, La Tauromaquia y Los Disparates.

Según Arturo Ansón, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, “todas ellas constituyeron hitos en un proceso de investigación gráfica y de creación desarrollado por Goya”. La evolución de la obra gráfica del artista culminó en las litografías de Los Toros de Burdeos, realizadas a los setenta y nueve años.

Francisco de Goya comenzó a grabar en su juventud, en la década de 1770 . Durante estos años ejecutó algunos grabados de temática religiosa, al aguafuerte, técnica por la que sintió predilección. Ya en Madrid, en 1778, realizó once grabados que reproducían obras de Velázquez.

En su faceta de grabador, Goya utilizó varias técnicas para trabajar las planchas. La principal, el aguafuerte, consiste en recubrir una plancha de cobre con un barniz protector, después se calca sobre ella el dibujo y con una punta metálica redondeada se redibuja en el barniz, rayándolo. Luego se sumerge en un baño ácido que corroe aquellas partes en las que se ha levantado el barniz.

Otras dos técnicas son, el aguatinta, complementaria del aguafuerte que sirve para obtener distintos tonos y la aguada, similar al aguafuerte, pero en lugar se sumergir la placa, se aplica el ácido con un pincel mojado en las zonas desprotegidas.

La litografía, técnica que Goya utiliza en “Los toros de Burdeos” consiste en dibujar con lápiz o tinta grasa sobre una plancha lisa de piedra, sin realizar incisiones. El dibujo se fija aplicando una solución ligera de ácido, después se entinta con rodillo y se estampa en el papel con una prensa. La estampación puede multiplicarse sin peligro de erosión de la plancha y admite la realización de retoques.