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“EN EL ESPEJO ROTO”, EXPOSICIÓN DE GREGORIO VILLARIG EN EL MUSEO CAMÓN AZNAR DE IBERCAJA

-Del 27 de octubre al 26 de noviembre, una treintena de pinturas realizadas entre 1994 y 2005.

-El pintor muestra una serie de obras basadas en los reflejos multiplicadores de un espejo.

(ZARAGOZA, 27 OCT. ) – El Museo Camón Aznar de Ibercaja acoge hasta el 26 de noviembre una exposición del pintor Gregorio Villarig. Bajo el título “En el espejo roto”, la muestra reúne 29 óleos realizados entre 1994 y 2005. El nexo de unión entre las obras es que están realizadas a partir de los múltiples reflejos, fragmentaciones y multiplicación de las imágenes que ofrece la realidad vista a través de un espejo roto.

La piezas han sido seleccionados por el propio Gregorio Villarig y pertenecen al pintor y a coleccionistas particulares. Todas las obras son óleos, en algunos casos mezclado con pintura acrílica, sobre tela. Las dimensiones de las piezas oscilan entre 150 x 150 cm, la mayor, “Rondando por el espejo roto” y 38 por 46 centímetros, la pintura más pequeña, “Mezolacha a través del espejo roto II”.
Partiendo fundamentalmente de dos cuadros que tenía en su estudio, una copia de la “Ronda de noche” de Rembrandt y un Bodegón, Villarig presenta las incalculables posibilidades que ambas obras y otros elementos ofrecen vistos desde el fondo de un espejo roto: imágenes múltiples de soldados, personajes ocultos tras las sombras de la noche, figuras fraccionadas y dispersas habitando con manzanas y otras frutas que transitan por todo el espacio de la pintura.

Antes de ser pintor, Gregorio Villarig fue un desatacado montañero, que ascendió a multitud de cumbres en los Pirineos y abrió vías de escalada, hasta que en 1961 debido a un accidente se rompió los dos tobillos y ello le impidió continuar con su gran pasión. La sustituyó por la que sería su profesión y su pasión definitiva: la pintura.

Esta exposición entra dentro de la línea de trabajo del Museo Camón Aznar de Ibercaja, de apoyar la carrera profesional de artistas aragoneses pertenecientes a generaciones de posguerra, con una línea de trabajo definida y consolidada y un prestigio ya indiscutido dentro del panorama artístico aragonés. Se pretende desde la Obra Social y Cultural de Ibercaja que la plataforma del Museo sirva para la exhibición de trabajos recientes que muestren el momento por el que están pasando estos artistas.

DE LA MONTAÑA A LA PINTURA

Gregorio Villarig nació en Valencia en 1940, pero vive en Zaragoza desde muy joven. Como ya se ha indicado, debido a un accidente, en 1961, se vio obligado a abandonar su gran afición, la escalada, por otra pasión que ya de niño empezaba a aflorar: la pintura. Durante la convalecencia y la etapa de reposo tras la caída, comenzó a pintar retratos de su madre, dibujos a lápiz y a copiar a los maestros.

En su primera etapa fue, según afirma el periodista y escritor Antón Castro en el texto del catálogo, “levemente impresionista” , más tarde se aficionó a la pintura de paisaje para desembocar en la abstracción y en la impresión con trapos para volver después a la pintura figurativa, representando desde el Canal Imperial, con sus aves y su flora, hasta bestias o monstruos humanizados de presencia misteriosa.

Villarig explica su método de trabajo “parto siempre de una gran mancha , de una abstracción. Trabajo sobre el suelo: arrojo la pintura...Miro sobre la superficie y ahí intuyo formas que me pueden conducir hacia un ´personaje´, que es lo que busco. Mezclo una sucesión de manchas, las controlo y, poco a poco, le voy añadiendo cosas: una manzana flotante, peras, naranjas, siempre elementos realistas”

Aunque en ocasiones lo han calificado como surrealista, el se siente lejos de la estética del surrealismo y lo sueños. Afirma que es un pintor obsesivo, de serie y variaciones de un mismo tema y por lo tanto “muy consciente” . Se confiesa un enamorado del color “Para mi la pintura es esencialmente color”.

ESPEJO ROTO

La serie de pinturas que el Museo Camón Aznar de Ibercaja presenta en esta exposición son, la mayor parte de ellas, variaciones sobre el reflejo en un espejo roto de una copia de la “Ronda de noche” de Rembrandt y de la pintura de un Bodegón, realizados por el propio Villarig y situados en su estudio.

Durante veinticinco años el espejo había acompañado al artista en su estudio, reflejando libros, cuadros y flores, hasta que Villarig se planteó el infinito universo de posibilidades que podían ofrecer los reflejos distorsionados, fragmentados y multiplicados del fondo de un espejo roto.

Según Antón Castro, en esta serie el artista trabaja en tres orientaciones diferentes: la presencia de los elementos del bodegón, en una atmósfera etérea y de ejecución hiperrealista; un estudio minucioso de los fragmentos de Ronda de Noche – cabezas, espadas, vestidos-, en el que aborda el efecto del cuadro dentro del cuadro, y una tercera orientación que es la de las pinturas que aparecen inacabadas, abocetadas, en gris.

A lo largo de su trayectoria profesional, Gregorio Villarig ha realizado alrededor de cuarenta exposiciones individuales por toda España, especialmente en Aragón, Cataluña y País Vasco. Ha participado en más de medio centenar de muestras colectivas y ha recibido numerosos premios.

Su obra forma parte de colecciones de arte de Ayuntamientos, entidades financieras, instituciones y Museos, como el Museo de Zaragoza, Museo Provincial de Logroño, Museo Itinerante Salvador Allende, Museo de Arte Contemporáneo de Veruela y Museo de Arte Contemporáneo de Bata (Guinea Ecuatorial).