Irene nacida en Águilas, Murcia, en 1999, lleva sintiendo vocación por la escritura y la creación audiovisual desde la infancia, lo cual la llevó a estudiar Comunicación Audiovisual y más tarde Guion de Cine y Televisión. Durante los últimos años, además, se ha formado también en dramaturgia y en escritura novelística a través de diferentes cursos. En 2017 publicó su microrrelato El pensador de la aurora en la antología Escritores al alba. En 2020 recibió una Mención de Honor en el concurso Nuevas Cineastas por el guion del cortometraje Después de volar, y en 2021 ganó este mismo certamen con Ana tiene que irse, un cortometraje de ciencia ficción donde también se estrenó como directora y con el que fue seleccionada en el festival Sombra de Cine Fantástico en 2022.
Adela quiso ver primero el jardín. A pesar de lo salvaje y descuidado por los años de abandono, seguía siendo hermoso. Un mar de enredaderas abrazando las estatuas, decenas de ellas, todo verde y blanco. El abuelo había comprado una casa vacía y la había llenado de hijos: primero los de carne, y luego los que esculpía en piedra. Adela lo añoró al reconocer al niño pescando, a la mujer con flores, al ángel enamorado, a los gatos siameses. La habían visto crecer, igual que habían visto al abuelo morir. Al fondo, Adela halló dos estatuas que no recordaba; su abuela y su abuelo. Él seguía con el cincel en mano, como tallando su propia pierna. —Siguió esculpiendo hasta su último aliento —había dicho Carmen. Adela tragó saliva. Otros dos pedestales se alzaban con ellos, gemelos, aún vacíos. Su nombre y el de su hermana estaban tallados en las bases.
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