Hijo de un médico militar, en Teruel cursó sus primeros estudios y trabajó de escribiente. En 1895 viajó a París y se familiarizó con el emergente cinematógrafo inventado por los hermanos Lumière. En 1897 y 1898 permaneció en Cuba, alistado como voluntario en el Ejército español. De vuelta a París, a finales de 1899, se casó con Julienne Mathieu, una artista de variedades francesa que trabajaba en el laboratorio del cineasta George Meliès. Esto le permitió a Chomón entrar en ese laboratorio, donde inventó una nueva técnica para el coloreado de películas. Su destreza le permitió también fabricar su propia cámara tomavistas. En 1901 rodó en Barcelona, para la productora francesa Pathé Frères, algunas “vistas panorámicas” (documentales), que han pasado a la historia como sus primeras películas: Subida a Montserrat, Bajada de Montserrat, Panorama del Tibidabo y Panorama de Barcelona desde el Tibidabo. En 1902 se instaló de forma permanente en Barcelona, donde montó un taller para comercializar su sistema de coloración e impulsó con Alberto Marro —luego se les asoció Luis Macaya— la que se considera como una de las primeras productoras del cine español, con la que Chomón financió algunas de sus siguientes películas: Choque de trenes (1902) o Los guapos del parque (1904). En 1905, contratado por Pathé, volvió a la capital francesa, donde exhibió su virtuosismo para los efectos especiales en películas como La gallina de los huevos de oro, que dirigió Albert Capellán, o La vida y la pasión de Jesucristo, dirigida por Ferdinand Zecca, en la que utilizó el travelling en interiores. Tal vez su obra maestra sea El hotel eléctrico (1908) —una película crucial del cine mudo europeo— en la que Chomón logró que los objetos “cobraran” vida. En 1910 volvió a Barcelona y creó una productora con el empresario valenciano Joan Fuster, para la que dirigió películas adscritas a géneros populares tan inequívocamente españoles como el sainete y la zarzuela: Los guapos (1910), El puñao de rosas (1910), La Tempranica (1910) o El pobre Valbuena (1910). Tras deshacer la alianza con Fuster volvió a trabajar para Pathé —también en Barcelona— en la productora Ibérico, con la que rodó una serie de documentales: Excursión a Montserrat (1911), Une des plus vieilles cités espagnoles: L’heroique Saragosse (1911) o Barcelona y su parque (1911). En 1912 se marchó a trabajar a Turín (Italia) con la productora Italia Films, e intervino en películas tan celebradas como la superproducción Cabiria (1914), de Giovanni Pastrone, por la que obtuvo la gran Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Fotografía, Óptica y Cinematografía de Turín, que reconocía su aportación al desarrollo de la película en color. A mediados de 1920, nuevamente en París, colaboró en la película Napoleón (1926), de Abel Gance, un clásico del cine francés. En esos años viajó a Marruecos y ensayó algunos de sus inventos, como el procedimiento Keller-Dorian, un sistema de color. La última película en la que participó —realizando una secuencia onírica— fue El negro que tenía el alma blanca (1928), a las órdenes de Benito Perojo, cuando hacía tiempo que estaba convencido de que las débiles estructuras del cine español nunca estuvieron a su altura. Dejó una abultadísima filmografía, compuesta por más de quinientas películas.
Segundo de Chomón fue, en definitiva, uno de los grandes pioneros del cine español y mundial, como director, director de fotografía, truquista y productor.
Superdotado para la técnica y dueño de una imaginación arrebatadora, su aportación desde muy diversos puntos de vista al progreso del lenguaje cinematográfico resultó decisiva. Explotó como nadie las posibilidades que brindaban los trucos, las sobreimpresiones, las maquetas, el travelling o el “paso de manivela”, un procedimiento que consistía en las tomas fotograma a fotograma. Perfeccionó todas esas técnicas, especialmente en las llamadas “fantasmagorías”, películas de corte fantástico de las que se convirtió en una figura mundial. Además, contribuyó a la creación de un cierto cine popular español, aunque, en su caso, las carencias de la industria del cine español se manifestaron con toda su fuerza y su talento fue mucho mejor aprovechado fuera de España.
Luis Alegre Saz
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