Cartagena (Murcia), 23.X.1827 – Barcelona, 18.XI.1899
Ahora que el curso escolar toca a su fin, queremos reconocer la labor de los docentes que, durante estos últimos meses, desde el cierre de los colegios por la pandemia, han debido adaptarse a una desconocida realidad educativa: clases a distancia, nuevas maneras de explicar y de relacionarse con los alumnos, distintos sistemas de evaluación…
Hoy recordamos a una de las primeras y mejores maestras que hubo en España: Pilar Pascual, que obtuvo el título de maestra superior en 1856 y, tras pasar por varios colegios, ejerció hasta su fallecimiento como regente de la Escuela Práctica Agregada a la Normal de Maestras en Barcelona.
Autora de importantes obras dirigidas a la educación de las niñas entre los siglos XIX y XX, fue la maestra más reconocida de su época. Hoy extendemos ese reconocimiento a todas las profesoras y profesores que han dado lo mejor de sí durante este tiempo.
Vivió sus primeros años en Mequinenza (Zaragoza), de donde procedía su familia materna. Tras la muerte de su padre, el capitán de Artillería Francisco Pascual, comenzó a ganarse la vida haciendo bordados y otras labores. Se casó con el farmacéutico de Mequinenza y se trasladó a Lérida, donde dirigió un colegio particular entre 1849 y 1856. Obtuvo en Lérida el título de maestra superior en 1856. Su primer destino, en 1857, fue la escuela de San Juan de Vilasar, en 1861 se trasladó a Manresa y en 1862 a Barcelona, donde ejerció durante 37 años como regente de la Escuela Práctica Agregada a la Normal de Maestras, hasta su fallecimiento cuando contaba setenta y un años.
Fue la maestra más reconocida de su época, por ser la más importante autora de obras dirigidas a la educación de las niñas en el último tercio del siglo XIX y principios del XX. La Junta Provincial de Instrucción Pública de Barcelona la distinguió, en 1868, con un Diploma de Mérito por su celo e interés en favor de la enseñanza. Sus primeras obras fueron premiadas por la Sociedad Barcelonesa de Amigos de la Instrucción, que nombraron a su autora socia honoraria de la misma. Recibió varias distinciones en la Exposición de Lima. El nuevo Fleurí (1872) recibió Medalla de Oro en la Exposición Universal de Barcelona; Flora o la educación de una niña (1881) fue premiada en el segundo certamen pedagógico de El Profesorado de Granada. Fue miembro del jurado de premios de la Exposición Universal de Barcelona y de varias corporaciones literarias y filantrópicas. En 1889, ya doce de sus obras habían sido aprobadas como texto para las escuelas. Colaboró en revistas profesionales como El Monitor de Primera Enseñanza, La Educación, Llar y El magisterio Español. Colaboró en distintas obras con Jaime Viñas y Cusí, su segundo esposo, con Valentín de Zabala y Argote, Julián López Catalán y Luciana Casilda Monreal.
De profundo sentimiento religioso, respetuosa con las ideas sociales y pedagógicas más conservadoras, se convirtió en adalid de la dignificación de las mujeres y de su profesionalidad como maestras.
Pilar Ballarín Domingo
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