El concepto de fin de semana y de la casa de vacaciones se impuso a medida que la sociedad de las primeras décadas del siglo XX pasó a ser conquistada por el ritmo con el que se fue imponiendo la jornada laboral y mejoraron las condiciones económicas de numerosas familias. Durante estos meses de reclusión, quienes tienen la suerte de poseer una segunda residencia han sentido añoranza del contacto con la naturaleza, del disfrute del jardín o de la chimenea… y más de uno, tras repensar su existencia urbana, se ha empadronado en aquellos lugares donde estaba la casa familiar de vacaciones.
Todos estos conceptos nos sirven para rendir tributo a Matilde Ucelay, primera mujer que en España recibió el título de arquitecto y en cuya andadura profesional figuran muchas viviendas residenciales en la sierra de Madrid y alrededores, viviendas en las que estos nuevos conceptos de ocio y relax siempre estuvieron presentes.
Era hija de José Ucelay y de Pura Maórtua, organizadora de las actividades teatrales del Lyceum Club y miembro de La Barraca de García Lorca. Estudió en el Instituto Escuela, aunque, por vivir en Madrid, nunca fue residente.
En 1927 empezó la carrera en la Escuela de Arquitectura de Madrid, y se tituló en julio de 1936, a los veintitrés años, después de haber hecho tres cursos en uno, lo que la convirtió en la primera mujer española —y la más joven— que recibió el título de arquitecto. Perteneció a la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid y padeció la depuración profesional tras la Guerra Civil, lo que le supuso un período de cinco años de inactividad, la imposibilidad de ejercer cargos públicos y una multa de 30.000 pesetas. Gracias a la buena disposición de algunos compañeros, que se ofrecieron a firmar sus encargos, pudo seguir trabajando. Su primera obra fue un encargo familiar para añadir una planta a una Casa de vacaciones en La Granja de San Ildefonso, obra que le trajo nuevos encargos, y desde entonces no dejó de trabajar hasta casi los ochenta años. La mayor parte de sus obras fueron viviendas, tanto en Madrid y sus alrededores como en otras provincias (Segovia, Gran Canaria) y fuera de España.
De su época universitaria le viene la amistad con arquitectos tan diferentes como Félix Candela o Fernando Chueca Goitia. En 1937 se casó con el editor José Ruiz Castillo, con quien tuvo dos hijos. Recibió en 2004 el Premio Nacional de Arquitectura, y falleció en Madrid la madrugada del 24 de noviembre de 2008.
Concepción Díez-Pastor Iribas
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