Haro (La Rioja), 22.II.1857 – Collado Mediano (Madrid), 2.IX.1935
¿Quién no guarda en la memoria el recuerdo de las excursiones que realizó durante la etapa escolar bajo la admirable tutela de sus profesores? La salida del aula para visitar distintos lugares era una de las mayores ilusiones de cada curso.
Esperando a que se reanude la organización de estas actividades en la vuelta a la normalidad de los colegios, hoy recordamos a Manuel Pedro Bartolomé Cossío que supo valorar certeramente el alto valor educativo de la práctica excursionista. Desde la Institución Libre de Enseñanza, se ocupó durante veinticinco años de la dirección y organización de las excursiones para los alumnos, en las que el contacto con la naturaleza se unía, con frecuencia, a una intención artística.
Hijo del juez Patricio Bartolomé Flores y de Natalia de Cossío Salinas, estudió como alumno interno en el colegio que funcionaba entonces en el Monasterio de El Escorial entre 1868 y 1871, año en el que obtuvo el grado de bachiller en Artes en el Instituto de Ávila. Se matriculó entonces en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central (Madrid), donde tuvo por compañeros a Menéndez Pelayo, Leopoldo Alas y Joaquín Costa. Recibió la influencia de los krausistas, entonces muy activos en la Universidad de Madrid —Nicolás Salmerón, Manuel Sales y Ferré, Urbano González Serrano—, y, sobre todo, de Francisco Giner de los Ríos, a quien conoció por mediación de Costa. Y asistió además a las clases de Historia de las Bellas Artes que Juan Facundo Riaño impartía en la Escuela Superior de Diplomática.
Adquirió así una doble formación, acorde con la dedicación profesional que desarrolló a lo largo de su vida: temas educativos y pedagógicos, e Historia del Arte. Terminó la carrera en 1874. Firmó habitualmente con el segundo apellido, Manuel B. Cossío, que es como se le conoce.
Estuvo relacionado con la Institución Libre de Enseñanza desde sus comienzos, en 1876. Durante el primer curso académico, 1876-1877, estuvo allí matriculado en la clase de lenguas vivas, en la escuela y el doctorado de Derecho, y en los denominados estudios superiores y especiales. Fue también desde entonces profesor de la Institución —comenzó como “auxiliar repetidor” de Historia Universal y, poco después, como auxiliar de enseñanza primaria elemental—, y se ocupó además, durante veinticinco años, desde mediados de los ochenta, de la dirección de excursiones.
Tuvo una relación muy estrecha —tanto intelectual como vital y emocional— con Francisco Giner, de quien fue el discípulo y colaborador más cercano, y a quien sucedió como máximo responsable de la Institución Libre de Enseñanza.
Entre 1879 y 1881 estuvo becado en el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles —el Real Colegio de España— en Bolonia (Italia), donde continuó su formación con el doble interés ya manifestado hacia la Historia del Arte y hacia los asuntos pedagógicos y educativos. En esos mismos años viajó por varios países europeos y asistió al Congreso Internacional de Pedagogía que se celebró en Bruselas en agosto de 1880. De regreso a España, en 1881, sustituyó a Riaño, que había sido nombrado director general de Instrucción Pública, en la cátedra de Historia de las Bellas Artes de la Escuela Superior de Diplomática. En 1882 ganó por oposición la cátedra de Teoría de la Historia del Arte en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, y en 1883, también por oposición, la dirección del recién creado Museo Pedagógico de Instrucción Primaria (Madrid), posteriormente denominado Museo Pedagógico Nacional. Desde este puesto, que ocupó hasta el final de su vida activa, desarrolló una intensa labor para facilitar la formación pedagógica, intelectual y cultural de los maestros, teniendo siempre muy en cuenta las tendencias internacionales más valiosas.
Casado, en 1893, con Carmen López Viqueira, Cossío fue además profesor en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid, donde dio cursos de Pedagogía y de Historia del Arte, en el Museo Pedagógico, donde se ocupó de la cátedra de Pedagogía General, y en la Escuela de Criminología. Fue también, en los años veinte y treinta, entre otras cosas, consejero de Instrucción Pública, por su condición de director del Museo Pedagógico y presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas. Se le propuso, y no aceptó, ser presidente de la Segunda República, y en septiembre de 1931 fue elegido diputado a Cortes por la conjunción republicano-socialista, aunque no pudo tomar posesión de su escaño por enfermedad.
La labor de Cossío en la Institución Libre de Enseñanza y en el Museo Pedagógico Nacional fue muy valiosa y renovadora. Contribuyó de forma destacada a mejorar la formación de los maestros y profesores, procurando poner a su alcance los medios materiales e intelectuales necesarios, y contribuyó igualmente a modernizar la propia actividad educativa, abriéndola a las orientaciones y a los métodos más actualizados.
Sus ideas en ese sentido quedaron ejemplarmente plasmadas en los Principios pedagógicos de la Institución, redactados por él y regularmente incluidos en los prospectos informativos editados anualmente por el centro. Y, en ese marco, fue especialmente importante su labor a favor de la práctica excursionista: elaboró el “Cuestionario de excursiones” que utilizaron, desde los años ochenta, los alumnos de la Institución, dirigió muchas de sus salidas —en las que a menudo destacaba la intención artística—, y supo valorar certeramente el alto valor educativo que entrañaba esa actividad.
La obra escrita de Cossío puede agruparse en dos grandes apartados, relacionados con su doble dedicación profesional e intelectual. De un lado, se hallan los escritos de carácter pedagógico y educativo, generalmente aparecidos en el Boletín de la Institución o entre las publicaciones del Museo Pedagógico. Muchos de ellos se refieren a la primera enseñanza y tienen un contenido teórico, pero otros se dedican a las condiciones materiales de la escuela, al mobiliario y al material escolar, o a los trabajos manuales y las excursiones. En De su jornada, el libro publicado en 1929 como homenaje de sus discípulos con motivo de su jubilación, se recogieron algunos de los artículos de ese tipo más importantes.
De otro lado destacan los escritos relativos a asuntos artísticos, que contienen estudios, en los que se pueden encontrar, entre otras cosas, las primeras interpretaciones modernas sobre la caracterización y el significado del Arte español. Cossío realizó un estudio monográfico sobre El Greco, publicado por vez primera en 1908, que constituyó en buena medida un descubrimiento y que contribuyó decisivamente a difundir internacionalmente el conocimiento y la valoración del pintor. También escribió una interesante Aproximación a la pintura española, fechada en 1884, que no se ha publicado en su totalidad hasta época muy reciente. Y son asimismo muy estimables las consideraciones e interpretaciones que llevó a cabo sobre el arte popular.
Isabel Pérez-Villanueva Tovar
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