Madrid, 7.IX.1875 – 4.XI.1959
Fue la principal responsable de la actividad de Cruz Roja española durante la guerra del Rif, inspectora general de los Hospitales del Marruecos español entre los años 1924 y 1927 y presidenta de los Hospitales de la Cruz Roja en España durante décadas. Promotora, junto con la reina Victoria Eugenia de Battenberg, de la enfermería en el seno de Cruz Roja Española, Angoloti - en las fuentes de la época escrito “Angolotti” – ostentó los títulos nobiliarios de duquesa de la Victoria y condesa de Luchana, a partir de su matrimonio con Pablo Montesino Fernández-Espartero, celebrado en enero de 1892.
El 2 de enero de 1911 fue nombrada dama de la Reina, clase palaciega de la Real Casa y Patrimonio de la Corona de España, que consistía en acompañar a la Soberana, Victoria Eugenia de Battenberg, a las actividades de su agenda (audiencias en palacio, inauguraciones, actos benéficos…). Esta encomienda la convirtió no solo en amiga personal de la Reina, sino en su mano derecha para las iniciativas de cariz sociosanitario. En el año 1914 colaboró con la Reina en la fundación de varios dispensarios antituberculosos en Madrid. El 6 de mayo del mismo año, fue nombrada vocal de la junta de patronato del Real Dispensario Antituberculoso Victoria Eugenia, inaugurado en 1909. Unos años después, el 15 de septiembre de 1917, fue nombrada secretaria de la junta de patronato del Real Dispensario Antituberculoso Reina Cristina.
Ese mismo año, en 1917, inició los estudios de Dama Enfermera de la Cruz Roja Española, un cuerpo de la Institución dedicado al voluntariado sociosanitario, que había iniciado su andadura en 1914. Se tituló como Dama Enfermera de segunda clase el 15 de abril de 1918, formando parte de la segunda promoción de Damas Enfermeras de Madrid, y siendo la titulada nº 52 de toda España. El 25 de junio de 1920, se examinó en la categoría de Dama Enfermera de primera clase. En su expediente constan, no solo sus excelentes calificaciones, sino su valía como enfermera, especialmente en quirófano.
En 1918, año de su titulación como Dama Enfermera de segunda, la Casa de Salud San José y Santa Adela fue cedida a la Asamblea de Señoras de la Cruz Roja Española, para ser convertida en Hospital-Escuela. Angoloti tuvo un papel primordial en las gestiones de este traspaso, además de realizar una importante aportación económica para las labores de acondicionamiento del centro. Fue una de las encargadas de recibir a los primeros enfermos, el 1 de agosto de 1918, en calidad de presidenta de la junta de hospital. Este centro se inauguró oficialmente el 18 de diciembre del mismo año.
En este hospital, denominado también Hospital Central de la Cruz Roja Española, la duquesa de la Victoria prestaba servicio voluntario en pabellones, dispensario, quirófano y laboratorio. Formaba parte, además, del equipo de Damas Enfermeras Visitadoras, que acudían a las casas de los pacientes cuando estos no podían ir al Dispensario, realizando tareas de enfermería (aplicación de inyectables, cura de heridas…), pero aportando también dádivas a los enfermos y sus familias (comida, ropa, colchones…), tal y como está detallado en las memorias del hospital.
En 1921, Carmen Angoloti se encontraba veraneando en San Sebastián, igual que la Reina, cuando llegó la noticia del denominado Desastre de Annual, una batalla en el contexto del conflicto del Rif que había supuesto la pérdida de cuantiosas vidas en el ejército español. Victoria Eugenia, como Jefa Suprema de las enfermeras de Cruz Roja, decidió entonces enviar a Melilla a un equipo de tres Damas Enfermeras, cinco Hijas de la Caridad, y tres Enfermeras Profesionales (por aquel entonces sin titulación de Cruz Roja). Al frente de este equipo, la Reina puso a su amiga Carmen Angoloti pronunciando las palabras, según su sobrino y biógrafo: “Vete allí y verás lo que puedes hacer”.
Así, la duquesa de la Victoria se trasladó a Melilla como delegada especial de la Reina, representándola como presidenta de la Cruz Roja. Permaneció en la zona cinco meses, habilitando y organizando varios centros de atención en la zona. Tras regresar a Madrid, fue nombrada inspectora general de los Hospitales en la zona de Marruecos, y tras ello, se desplazó a otras zonas como Tetuán, Larache, Ceuta y Arcila para abrir nuevos hospitales, o en su defecto montar barracones prefabricados, en aquellos lugares en los que no era posible conseguir edificios, como fue el caso de Cala-Bonita. Angoloti gestionaba personalmente las solicitudes de cesión de edificios, de manera temporal o definitiva, para ser convertidos en hospitales de sangre de la Institución. También era responsable de la inspección de los hospitales de campaña establecidos a primera línea de fuego. En caso de previsión de operaciones bélicas, Angoloti acudía al frente para determinar los recursos humanos y materiales necesarios, realizar las gestiones de obtención, distribución de los mismos, y organizar los servicios enfermeros pertinentes. Por último, se ocupaba de la organización de trenes y buques-hospital, que trasladaban a los soldados heridos y enfermos hacia hospitales del resto del país.
Durante los años de la campaña de Annual, viajaba constantemente, desplazándose a Madrid, a la zona de conflicto o a otras provincias, llevando a cabo su labor. Con frecuencia se desplazaba en aeroplano. Cuando se hallaba en un establecimiento sanitario, se sumaba al equipo de Damas Enfermeras del mismo, desempeñando el servicio correspondiente.
Terminada la guerra de Marruecos, en 1925, regresó a Madrid, incorporándose al servicio ordinario del Hospital Central, pero también ejerciendo como inspectora de hospitales, labor que llevó a cabo hasta la proclamación de la Segunda República.
Su gran labor en la campaña de Annual la hizo merecedora de numerosos homenajes, recibiendo varias condecoraciones (Gran Cruz De la Beneficencia, la Cruz Roja al Mérito militar, medalla de oro en la Cruz Roja Italiana y la Francesa, Medalla de honor en Perú, Lisboa,…) y distinciones (Hija predilecta de Madrid, Hija adoptiva de varios ayuntamientos,…), e incluso se erigieron dos monumentos conmemorativos en su honor, uno en la fachada del Hospital San José y Santa Adela, inaugurado en Madrid el 30 de junio de 1925; y otro en el Parque Genovés de Cádiz, inaugurado el 24 de noviembre del mismo año.
En 1921 se le concedió también el ingreso en la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa, creada por Carlos IV en 1792, como reconocimiento a mujeres de la nobleza que se distinguieran por sus “servicios, prendas o cualidades”. Esta distinción la hacía merecedora del trato de “Excelencia”. Entre sus competencias se encontraba la obligación de visitar, como mínimo una vez al mes, algún centro sociosanitario dedicado a mujeres.
Es destacable que, en 1925 le fue otorgada la Medalla Florence Nightingale, condecoración civil de carácter internacional otorgada por el Comité Internacional de la Cruz Roja a enfermeras de contribución destacable en el campo de la salud y los cuidados. Fue la primera enfermera española en recibirla.
Tras la proclamación de la República, el 15 de abril de 1931, acompañó a la reina Victoria Eugenia y a sus hijos a su exilio en París, trasladándose posteriormente a Marsella.
Regresó a España poco antes del golpe de Estado, producido entre el 17 y el 18 de julio de 1936.
En agosto de 1936, fue detenida en su domicilio de Madrid por el bando republicano, junto a su marido y su hermano, a los que ejecutaron el 3 de noviembre. Ella, en cambio, y tras una breve estancia en la Cárcel de San Rafael, en Madrid, fue finalmente liberada por mediación de Cruz Roja Internacional, a finales de noviembre. En enero de 1937 se trasladó de nuevo a Marsella.
A su regreso, en plena guerra, asumió el cargo de administradora del Hospital de Leganés (Madrid). Ejercía también de suministradora de médicos, enfermeras, instrumental y medicamentos, realizando numerosos viajes a Toledo, Burgos, Aragón, Bilbao…
Tras la guerra, Angoloti fue nombrada presidenta de los Hospitales de Cruz Roja en España hasta el 11 de junio de 1947, convirtiéndose en esa fecha en presidenta interina de la Sección de Enfermeras, hasta 1948. Durante este período, fundó 15 nuevos hospitales de la Institución, supervisando una red hospitalaria a nivel nacional de 22 hospitales.
La Duquesa estuvo vinculada a la Cruz Roja Española, a sus hospitales, especialmente el Hospital Central, y a la Escuela de Enfermeras de Madrid, prácticamente hasta su muerte.
Marta Mas Espejo y Rosa Pulido Mendoza
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