El deporte se convirtió en tendencia tras el anuncio de poder practicarlo tras más de un mes de confinamiento, queremos recordar a Aurora Villa y Olmedo. Estudió Medicina, pero para poder costearse la carrera había trabajado como profesora de Educación Física, convirtiéndose en una de las pioneras en España en dedicarse a tal tarea. Años después, también fue una de las primeras mujeres oftalmólogas en el país.
Su gran afición, siguiendo los pasos de su primer trabajo, fue el deporte. Aurora Villa practicó la natación, el esquí, el baloncesto o el excursionismo, pero destacó sobre todo en el atletismo, prestando especial atención a los lanzamientos, tanto de martillo como de jabalina. Su mayor logro fue el récord del mundo de lanzamiento de martillo que consiguió el 18 de mayo de 1931, con un lanzamiento de 18,58 metros. Al año siguiente, en los campeonatos de España de 1932 ganó tres de las ocho pruebas en las que compitió (jabalina, salto de altura y 600 metros), consiguiendo el récord de España en las dos primeras disciplinas.
Nació en Madrid en una familia de músicos. Estudió en el Instituto Escuela y allí empezó trabajando como profesora de Educación Física, especialidad entonces insólita para una mujer. Con estas clases se pagó sus estudios de Medicina, a pesar del consejo de sus padres, que preferían que fuera maestra. En sus ratos libres, amplió el conocimiento de los idiomas y, aparte del francés que había estudiado en el colegio, aprendió inglés y alemán, que luego le valdrían para cursar la especialización en el extranjero. Durante la carrera fue discípula en la Cátedra de Medicina Interna del profesor Fernando Enríquez de Salamanca y en la de Oftalmología de la que era titular el profesor Buenaventura Carreras Durán. Deseosa de aprender, se superó ante las dificultades, como muestra su actitud ante las clases de disección: “fue una impresión desagradable al principio. Antes de entrar en la sala miré por el ojo de la cerradura. El espectáculo me echaba hacia atrás, pero era necesario dominarse. ¿No lo habían hecho ya otras mujeres? Probé mi voluntad entonces y quedé satisfecha”.
El deporte fue su gran afición y lo que la hizo excepcional para su tiempo: fue nadadora, lanzadora de jabalina y de martillo, corredora de fondo, esquiadora y excursionista. Practicó también el baloncesto, el patinaje, el esquí y el montañismo. Aurora Villa consiguió el récord del mundo de lanzamiento de martillo el 18 de mayo de 1931. Participó este mismo año en el primer campeonato de España de atletismo femenino, resultando campeona en las pruebas de jabalina y de altura. En los campeonatos de España de 1932, formando parte del equipo de Castilla, compitió en ocho pruebas y ganó tres (jabalina, altura y 600 metros) mejorando los récords de España en altura y jabalina.
Ganó la travesía a nado de la Laguna de Peñalara. Su entusiasmo hacia la natación la llevó a ser, entre otros, fundadora del Canoe Natación Club, de Madrid.
Al acabar sus estudios se presentó a las oposiciones para ejercer como médico en el Protectorado de Marruecos.
La escasez de trabajo en España junto con su espíritu intrépido la llevaron a cruzar el estrecho, siendo la primera mujer médico en hacerlo. De 1942 a 1945 trabajó como puericultora en Tánger y Alcazarquivir.
Allí creó un centro de alimentación infantil y se ganó el favor de la gente. Regresó a la Península y se casó. Su marido, también médico, Jesús Rodríguez Mallada (nieto del célebre geólogo y ensayista Lucas Mallada y Puello) estaba destinado a la sazón en Pontevedra, como médico inspector del SOE (Seguro Obligatorio de Enfermedad) y en esta ciudad Aurora abrió su primera consulta de oftalmología en 1947.
Regresa después a Madrid para dar a luz a su primer hijo y opta por especializarse en una rama nueva de la oftalmología: el estrabismo. Para ello solicita una beca a Sanidad y viaja a Londres para estudiar en el centro más avanzado en estrabismo que existía en Europa: The Morfield’s Eye Hospital, bajo la dirección del profesor Keith Lyle. Regresó en 1953 con el título, el conocimiento de las modernas técnicas para operar el estrabismo y el instrumental adecuado, que introdujo de contrabando por medio de un amigo gibraltareño. Fue una de las primeras mujeres oftalmólogas de España, la única especialista de la época en el tratamiento del estrabismo.
Fue la introductora de la Ortóptica (procedimiento diagnóstico de los defectos de la visión binocular y de su tratamiento por medio de ejercicios), y desde entonces trabajó, dirigiendo el Departamento de Oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y en su consulta privada.
Allí acogió a miles de niños, mostrando un conocimiento psicológico excepcional de éstos: “no tantos como me habría gustado. Esto que yo hago no es una industria con gente trabajando en cadena, sino algo artesanal, minucioso”. Su último paciente lo vio con ochenta y cuatro años. Amante del teatro y bibliófila, su fuerte carácter, como dice Carmen Serna “le llevó a conseguir en la vida todo lo que se propuso, rompiendo barreras que parecían insalvables”.
Tuvo dos hijos: José Luis (oftalmólogo, especializado en Medicina del trabajo, con publicaciones sobre el tema) y Aurora.
María de los Ángeles Eyriès García de Vinuesa
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