“El sol del membrillo no es amarillo, es bermellón , especialmente en esos atardeceres de otoño cuando el sol se pone tras la Sierra".

Bermellón es la tierra de sus terreros,  el verano de su primera luz, bermellón es su equipo, sus manos robustas tiznadas de tierra, bermellón su caseta, su corazón.

Pablo llevaba su paleta en su regazo desde el primer día que me subí a sus espaldas y con diez años comencé a admirarle y querer ser pintor. Aprendí a comportarme,  incluso cuando en la vida pintan bastos, él supo jugar a grande con las cartas que el destino le brindó. Amó la vida en todas sus esencias y la contó en sus lienzos de una manera directa y pura.

Entregó a la pintura muchos atardeceres, siempre sus paisajes , respirados y vividos desde su punto de vista, a ras de suelo, mimetizado con las cuarcitas que ahora son estrellas en un cielo que siempre será bermellón”.

 

Sergio del Amo

“Querido hermano:

Te fuiste demasiado pronto, aún te quedaban muchas siembras, muchas cosechas , muchas lluvias esperadas, muchos rojos otoños que escribir con tus pinceles.

Pero me dejaste tu mirada, los colores de tu memoria, de nuestra memoria , los colores de la naturaleza. Y en los colores están nuestros paisajes, pero también  tus emociones: lo precioso, lo extraordinario, lo pequeño , lo inadvertido de esta tierra que tú tanto amaste.

Estos días con “Los colores de la memoria”  abriremos de nuevo las ventanas al campo.

Escucharemos las aguas del Jarama correr entre los chopos, el susurro de las hojas rojas de los prunos silvestres,  las tormentas de la sierra en una tarde de verano.

A través de tu mirada , siempre honesta, disfrutaremos de ti, de tu maravillosa obra.

Gracias Pablito

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