Los cielos estrellados no sólo aportan a las noches de nuestros pueblos una profunda y delicada belleza, son esenciales para la ciencia astronómica y la astrofísica. Pero, por si eso no fuera poco, hoy sabemos que si reducimos esa oscuridad natural estamos alterando los ciclos naturales de la flora y la fauna.
La solución es hacer un uso eficiente y sensato de nuestra iluminación pública, cosa que podemos hacer sin afectar a nuestra calidad de vida.
El uso responsable de la iluminación nocturna también ayuda a reducir nuestra huella de carbono y las enormes facturas a pagar por nuestras administraciones locales.
No faltan los motivos para prestar atención a la protección del cielo nocturno.
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